miércoles, 21 de mayo de 2008

Propuesta curricular

Natalia Sandoval

Desde una nueva perspectiva educativa, la escuela tendría como eje central a la persona, tanto al docente como al estudiante, es decir, ese juego de máscaras que constituyen y son la razón de ser de la escuela, y por supuesto ese dúo que responde a los quienes de la misma. Un ente educativo que se propondría indagar la persona misma en el juego de roles que ésta asume en un contexto específico, con el propósito de fundamentar la educación desde las necesidades propias de cada juego de roles y de cada entorno. La escuela se comportaría entonces como una prolongación más de la sociedad, en la cual más que saberes aislados de contexto, se busca enriquecer la puesta en escena, es decir la vida misma. El planteamiento anterior conlleva entonces a pensar diferentes rupturas con la escuela actual, en primer lugar se abordaría un nuevo interrogante relacionado con el ¿quién enseña? Y para este cuestionamiento se procurarían docente con amplios en horizontes de pensamiento, pero sobretodo con la sensibilidad necesaria para incentivar en sus estudiantes indagar, investigar o crear proyectos útiles en cada contexto, se impartirían docentes escritures y lectores, con excelentes performances para que su obra sea digna de ser repetida o imitada. Y por su puesto docentes dispuestos a aprender y a permitir un cambio de roles u ejercicios en los cuales los estudiantes enseñen, creen y propongan, porque no hay mejor herramienta para aprender que enseñar. En segundo lugar se respondería a la pregunta ¿quién aprende? La cual obligaría pensar no en tablas razas o en cera que deberá ser moldeada, sino en personas cuyo bagaje es amplio, cuyo ser está constituido por tres pilares que constituyen la totalidad del hombre, como lo propone la pedagogía de Waldorf, los cuales son: físico, anímico y espiritual. Es decir la persona que aprende se hace persona desde cada elemento de su ser mismo en relación con el entorno familiar-social-cultural e institucional.

Por lo anterior es evidente que pensar una nueva escuela desde una perspectiva cognitiva es compleja, en la medida en que los seres miembros no pueden pensarse sólo desde si mismos, sino que requieren comprenderse desde todos y cada uno de los elementos que tienen trascendencia en sus vidas, por tal razón, se necesita comprender que cada juego de máscaras no puede ser aislado para ser estudiado y posteriormente comprendido. Indudablemente la escuela no sólo deberá acudir a parámetros pedagógicos, sino también, epistemológicos, psicológicos, sociológicos, semióticos y etnográficos para constituir entre todos ese sólido tejido que fundamente los procesos formativos desde las necesidades propias de cada contextos y de cada persona. Radica, aquí, la complejidad de la escuela, de la nueva educación que debe impartirse para alcanzar todos los estándares y competencias de calidad y excelencia, porque el objetivo es educar personas desde las diversidades de cada contexto como principio rector para enriquecer de manera significativa y simbólica todos y cada uno de los performances que nacen en la escuela pero que son reflejo de los entornos más cercanos.

Del uso de todas las ciencias especificadas anteriormente se tendría como producto una institución que se preocupa por las personas, que fomenta cobertura pero con calidad, que vela por el bienestar de docentes y estudiantes ya que son las personas que constituyen la educación, moldeándose a sí mismos y enriqueciéndose mutuamente. Pero a su vez todo lo anterior le proporciona a la escuela la flexibilidad necesaria para adaptarse las situaciones, es decir, a las actuaciones asumidas por los juegos de las máscaras de cada lugar. A su vez, la flexibilidad le posibilita a la escuela moldearse de a cuerdo con las necesidad especificas de conocimiento, es decir, posibilita diálogos entre las partes para enriquecer las prácticas cotidianas, que serán el objetivo de la escuela.

Todo lo anterior podrá encontrarse en el ideal de colegio, aquel en que los docentes dialogan con sus estudiantes, creando códigos de lenguaje para prolongar sus pensamientos, para comprender y compartir sus ideas , aquel colegio en el que los estudiantes se sienten útiles y formándose para vivir, aquella institución en la que los estudiantes sean docentes y los maestros aprendices, esa escuela en la que todos se sienten juntos a diseñar sus propios horizontes de pensamiento, aquel colegio que no tenga una planeación curricular rigurosa, sino que sea elástica y moldeable a lo que se quiere aprender y que es útil en la vida, aquel ente que no enseñe las escrituras gramaticales, sino que enseñe a leer y de ejemplo de lectura, incentivándola, motivándola y permitiendo crear escenarios desde la literatura, una institución que tenga elementos del mundo pero que a su vez sea el mundo de quienes lo habitan.

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