viernes, 9 de mayo de 2008

Habitantes del escenario escolar: actores de la norma social.

Ensayo

Dimensión Sociológica

Lucena Ortiz



“El sentido del mundo social puede aclararse por referencia a la vigencia de normas” Jurgen Habermas


Este ensayo tiene como objeto explorar brevemente los conceptos
habermasianos del mundo de la vida aplicables al entorno socio- escolar y finalmente una reflexión personal.

Habermas introduce el concepto de mundo de la vida “como un correlato de los procesos de entendimiento” [1] y explica el entendimiento como un proceso de interpretación colectivo y cooperativo de situaciones intersubjetivas legitimadas, en este sentido, entran los principios de los tres mundos (objetivo, intersubjetivo y subjetivo) que se yuxtaponen con el fin de generar acuerdos entre los sujetos (agentes) para considerar normas y vivencias.

Habermas hace una profunda reflexión sobre los acuerdos a los que se puede llegar a través de la acción comunicativa para aceptar o rechazar la validez de determinadas normas y afirma que mediante la comunicación es posible que un grupo social especifico establezca la claridad sobre los integrantes y las respuestas de dicha validez normativa.

Según Habermas cuando una comunidad determinada tiene una visión mítica del mundo, quedará eximida de la interpretación pero al mismo tiempo no les será posible propiciar y concretar acuerdos que permitan una posición crítica sobre su condición dentro del mundo objetivo, intersubjetivo y subjetivo.

Ahora bien, cada mundo de la vida posee unas tradiciones culturales que requieren orientaciones racionales de acción. En este caso, la tradición cultural debe permitir el enjuiciamiento objetivo de los agentes que de cuenta de la rectitud normativa, la veracidad subjetiva y que se demuestren las actitudes correspondientes para las normas y juicios. Adicionalmente la tradición cultural debe facilitar la autorreflexión que se aleje del dogma con el fin de generar interpretaciones críticas. Finalmente, debe permitir la evaluación y la retroalimentación.


Dentro de la teoría de los tres mundos y la teoría de la acción, se sugiere que “Son los propios sujetos socializados los que, cuando participan en procesos cooperativos de interpretación, hacen un uso implícito del concepto de mundo”[2]. A esto, se enlazan las interacciones de los sujetos que propone el concepto de acción teleológica de Habermas donde se “presuponen relaciones entre un actor y un mundo de estados de cosas existentes”[3].


Finalmente, el autor afirma que “…el sentido del mundo social puede aclarase por referencia a la vigencia de normas”[4] que deben ser válidas, reconocidas o justificadas para una comunidad específica. Con respecto a la teoría de Habermas, mi reflexión gira en torno al concepto de sociedad en la escuela desde el establecimiento y cumplimiento de las normas.


Tanto el establecimiento o construcción de la normatividad como el cumplimiento de ella por parte de los estudiantes y de los educadores, debe generarse a partir de un proceso completamente racional y reflexivo que permita no solo mirarse a sí mismo sino mirar al otro desde diferentes perspectivas, con miradas subjetivas y objetivas; con base en sus preguntas y respuestas, habrá claridad sobre su condición de actor en el medio.


Con respecto a dicha condición, y desde el interaccionismo simbólico, Miguel Martinez afirma que “…el estudio de la acción debe hacerse desde la posición del actor. Puesto que la acción es elaborada por el actor con lo que él percibe, interpreta y juzga”[5] y luego explica que el observador, en este caso el docente debe generarse percepciones del mismo modo como el actor las percibe siguiendo la misma línea organizada por el actor, luego, el docente debe permitirse asumir el papel de actor y ver el entorno desde el punto de vista del otro.

Por esta razón es apropiado pensar en un currículo que tenga en cuenta realmente a su objeto: el estudiante y que lo reconozca como un sujeto pensante, crítico y reflexivo que interactúa en una sociedad dinámica y global que le proporciona asombros e interrogantes además de exigencias; es necesario que la escuela reconozca al estudiante como actor que no necesariamente siempre tiene un patrón de comportamiento igual y que hoy actúa en su escenario –escuela- de un modo pero mañana puede modificar su rol totalmente.

Considero que la sociedad siempre lleva como elemento inherente a su esencia, la normatividad; cada grupo social tiene sus normas establecidas que son respetadas o transgredidas de una manera conciente/inconciente, conforme/inconforme.

Sin embargo, ante la posibilidad del otro y de sí mismo en la escuela Colmenares señala que “La mismidad tiene que ver con posturas en las que predomina una búsqueda de la semejanza. Donde se destaca lo parecido y se rechaza lo extraño. En la que el sujeto se ve obligado a encuadrar toda la realidad que se le presente dentro de unos parámetros bien delimitados”[6].

Colmenares realza la veracidad de esta realidad mostrando que está encubierta por acciones ideológicas en diferentes situaciones cotidianas como hacer fila o la disposición de los ambientes escolares y la imposición del currículo contenida por la racionalidad instrumental lo que permite concluir que la escuela sigue siendo diseñada desde una posición ajena a lo que ocurre en sus imaginarios.


La escuela sí debe institucionalizar las normas pero como componente social que permita la objetividad, intersubjetividad y la subjetividad, no como régimen disciplinario ya que en un momento determinado los mismos estudiantes y docentes llegarán a acuerdos directos o indirectos de legitimación y vigencia colectiva de esas normas sociales (de convivencia).




Bibliografía

HABERMAS, Jurgen. Teoría de la acción comunicativa I. Racionalidad de la acción social y racionalización social. Taurus. Madrid: 1987. 517 p.

MARTINEZ, Miguel. La etnometodología y el interaccionismo simbólico. En: Heterotopía , 2002(2), N. 21. p. 9-21.

Colmenares, Y. La otredad clausurada: prácticas escolares para la
mismidad. Heterotopía, 27. 2004. p. 45-59.

[1] HABERMAS, Jurgen. Teoría de la acción comunicativa I. Racionalidad de la acción social y racionalización social. Taurus. Madrid: 1987. p. 104
[2] Ibid, p. 119
[3] Ibid, p. 125
[4] Ibid, p. 128
[5] MARTINEZ, Miguel. La etnometodología y el interaccionismo simbólico. En: Heterotopía , 2002(2), N. 21. p. 15
[6] Colmenares, Y. . La otredad clausurada: prácticas escolares para la
mismidad. Heterotopía, 27. 2004. p. 52

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